Nueva York. Martes, tres de Septiembre. Doce en punto de la mañana. Llego puntual a la cita, pero la cola para recoger las acreditaciones de prensa es más que considerable. Más de tres mil periodistas y fotógrafos se han acreditado para esta edición. Miro a mi alrededor. Me encuentro en el Bryan Park, situado en la calle cuarenta y dos con la Quinta Avenida, justo detrás de la biblioteca pública. Más de cuatrocientos operarios han trabajado sin descanso durante diez días para que las tres carpas, cuyas pasarelas juntas suman más de sesenta metros de longitud, estén listas para acoger a las más de cien mil personas que han de pasar por ellas durante la Semana de la Moda de Nueva York, el evento más esperado, glamuroso y chic de todos los que tienen lugar en la Gran Manzana.
La pasarela más internacional se adueña del Bryan Park por una semana, inundándolo de flashes, periodistas, modelos, celebrities, tacones, estilismos varios y, por supuesto, moda, todo bajo tres carpas colosales provistas de todas las comodidades imaginables para que el espectáculo sea todo un éxito. Y lo ha sido. Las escaleras de entrada al hall principal abarrotadas durante toda la jornada de los desfiles, los ocho días de la Fashion Week. Fotógrafos, periodistas, curiosos y, el día del desfile de Michael Kors, activistas pro derechos de los animales y en contra del uso de las pieles que este diseñador ha presentado en sus propuestas para la primavera del próximo año. Al entrar al hall una explosión de flashes me ciega por tres segundos, cuando logro recuperar la vista vislumbro un grupo de periodistas japoneses preguntándome nombre, profesión y marcas. “Designers from Valencia, Spain” digo orgullosa. Y durante toda la semana me fotografían cual celebrity en la alfombra roja. Y yo, por no decepcionar, me presento bien vestida, no de fiesta, como algunas, pero sí reivindicando el diseño español, y el valenciano, que es el que más de cerca me toca y con el que más a gusto me siento, he de ser franca. Y es que estos nipones saben mucho y tienen muy buen ojo, y buen gusto, y no han perdido detalle. Y así, fotografiada, y emocionada, me introduzco en el glamuroso universo de la New York Fashion Week.
Aunque acreditada como prensa, he tenido que lidiar con los relaciones públicas de los diseñadores para conseguir una invitación a los desfiles, pues dicha acreditación no te da libertad para entrar y salir de los shows como si nada, lo que ocurre en otras pasarelas. De manera que, confeccionada mi lista de prioridades, me dispongo a tratar con aquellos P.R. (public relations) como si lo llevara haciendo toda la vida. Y mis resultados me ha dado. Imposible conseguir invitaciones para los grandes, como Carolina Herrera, Dona Karan o Zac Posen, pero sí he conseguido ver propuestas muy interesantes de nombres hasta entonces para mi desconocidos y que me han gustado e impresionado sobremanera.
Esta es una pequeña crónica de lo visto y asimilado durante la N.Y.F.W. Y empiezo por Alexander Herchcovich, diseñador brasileño, su estilo lo define como elegancia estrafalaria. Sus piezas son coloristas, divertidas y atrevidas, de confección impecable, no aptas para formales con miedo a los patrones difíciles.
La firma Rag&Bone, de la mano de sus diseñadores David Neville y Marcus Wainwright, presenta una colección mixta muy chic, casual y refinada, que vive de las películas de Sean Connery de entre finales de los años 60 y principios de los 70, una época fresca y contemporánea, tal y como ellos explican. Toda clase de propuestas para todos los momentos del día. Sus colecciones están manufacturadas en Estados Unidos por un equipo con una larga trayectoria familiar en la industria, de lo cual están muy orgullosos.
Carlos Miele es otro diseñador brasileño que utiliza los procesos artesanales de su oficio para crear prendas de un estudiado diseño y muy sexys. Siluetas ceñidas, piezas estructuradas y muy trabajadas, cortes al bies, dobladillos despuntados, trabajos de patchwork y un sinfín de detalles más. Sin duda una delicia para la vista y el tacto. Sari Gueron me impresionó por su elegancia sin pretensiones. La diseñadora israelita utiliza sedas, gasas y crepés en una colección mística y etérea. Importante resaltar los minivestidos que fluyen por el cuerpo apenas ceñidos en lugares estratégicos. Sus reminiscencias de los guardarropas de los años 20 y 30 atraen a celebrities como Scarlet Johanson o Natalie Portman. Sobran más explicaciones.
Del desfile de Abaeté salgo entusiasmada. Esos aires cincuentones me han tocado la fibra y la combinación de colores y las geometrías me hacen sentir como en casa. Me gusta mucho el detalle de las cremalleras vistas, como un vivo negro y plata en vestidos, faldas, bañadores y bikinis. Su estilo abarca la feminidad francesa y la sensualidad brasileña en su fondo, y la simplicidad norteamericana en sus formas. Badgley Mischka es una de las firmas de moda en los E.E.U.U., y algo había visto ya de ellos. Pero, sin poder entrar al desfile, estando hasta la bandera, en el press lounge la pantalla plana gigantesca nos muestra a los simples mortales el porqué de su éxito. De tejidos ligeros y patrones sencillos, sus propuestas recuerdan a las jornadas de alfombra roja de la mano del glamour más tradicional, pero con aires contemporáneos: imitaciones de piedras preciosas, siluetas actuales y mucho escote. Aunque el mejor sabor me lo ha dejado la colección de Willow. Un lujo de espíritu libre, con vestidos de gasa, puntos de suave cachemire, chaquetas de volúmenes estudiados y un cromatismo sugerente y elegante, su estilo es el preferido de figuras como Nicole Kidman y Cate Blanchet.
Mi balance al terminar, que la moda española nada tiene que envidiar a lo visto en la ciudad que nunca duerme, que a nivel organización tenemos mucho que aprender y que deberíamos tomar nota de la forma en que la ciudad apoya los eventos moda. Al fin y al cabo la moda es una forma de expresión artística que dice mucho de sus creadores y sus raíces y de la sociedad en general.
Y así, entre el ir y venir de público y profesionales, estilismos imposibles, los tacones que cambiaba por zapatillas una vez salía del recinto y la gran pasarela que es en sí la propia ciudad de Nueva York, he tenido la ocasión de vivir mi propio sueño americano. Y espero que las ansias de investigación y conocimiento del mundo de la moda y el diseño, que me han empujado a cruzar el charco, continúen alentándome a llegar a cualquier parte del mundo en busca de nuevos estímulos y seguir transmitiendo esta pasión que siento por ellos.
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