Diseñadores, estilistas, periodistas especializados, trend-setters, cool hunters… todos son gurús de la moda en estos días, y ellos tienen el control. Cada uno de ellos tiene una labor específica y el resultado de su labor es lo que va a cambiar el curso de la moda cada seis meses. No es un trabajo fácil y no puede desempeñarlo cualquiera. Aunque muchos se empeñen en colgarse alguna de estas etiquetas, o todas.
Podríamos decir que esta industria tiene una estructura piramidal. En la base situaríamos a los cool hunters, o cazadores de tendencias.
El término cool hunter lo acuñó la revista New Yorker en 1997 para describir el trabajo de Dee Dee Gordon, que tras recopilar datos obtenidos en bares, festivales, escuelas, etc, cruzaba toda la información y la volcaba en su agencia de tendencias Look – Look, que defiende la comunidad global de la cultura joven como inspiración para innovar productos, servicios y experiencias a todos los niveles de consumo. Suelen ser personas jóvenes de diversos campos (músicos, diseñadores, periodistas, sociólogos…) que trabajan para agencias de publicidad o empresas de productos de consumo masivo, recorren las calles detectando comportamientos, hábitos de consumo y estados de ánimo. Estos datos ayudan a definir nuevas pautas de consumo que se traducirán más tarde en nuevos productos y campañas publicitarias.
Los trend-setters son aquellas personas, marcas o instituciones que marcan la pauta de lo que será una nueva tendencia. Una tendencia es una idea que se orienta en una determinada dirección durante un determinado periodo de tiempo. En moda esto se traduce en un concepto que creará el estilo que predominará en los escaparates y, por extensión, en nuestros armarios, durante una temporada o más. Kate Moss es el ejemplo de trend- setter más mediatizado del mundo. Lo que ella lleva se traducirá en la próxima tendencia. En música tenemos a Madonna, que ha sido trend setter desde sus comienzos y en cada una de sus etapas, nos gusten más o menos.
Pero existen otras figuras, además de las celebrities, futbolistas, cantantes y actrices, que se han convertido en trend-setters por su capacidad de conexión con las masas y su carisma, como ocurre con ciertos spots de televisión, personajes de películas, como la inolvidable Holly Golightly interpretada por Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, incluso personas anónimas que poseen grandes dosis de inquietud y creatividad para, sin grandes medios, crearse una imagen capaz de generar una nueva tendencia o estilo a seguir.
Personalmente opino que éstas últimas son las fuentes de dónde se obtienen las mejores fórmulas para crear moda. Acompañadas siempre de un buen estudio del diseño y el patronaje: la evolución natural de lo visto en la calle y lo aportado por los investigadores y consultores de moda (léase cool hunters) que llegan a los estudios y talleres de los diseñadores, el siguiente escalón en nuestra pirámide fashion.
Los diseñadores son los creadores de la moda. Sus colecciones se diseñan a partir de un proceso creativo muy personal que responde a su visión particular del mundo, de su entorno, de un tema en concreto, de manera que también son creadores de tendencias y, al mismo tiempo, se alimentan de ellas para dar paso a la moda de la siguiente temporada. Hay empresas especializadas en confeccionar libros de tendencias cada seis meses, de dónde diseñadores y estilistas sacan las claves en patrones, colorido y texturas para sus próximas creaciones y proyectos.
Los estilistas son profesionales de la imagen. Ellos cuidan al detalle la imagen que se va a dar en cualquier producción de moda, publicidad, cine o televisión. Su trabajo es buscar aquellos elementos que en conjunto consigan crear una imagen determinada. Sus armas son la investigación, el conocimiento del mundo de la moda y sus protagonistas, la intuición, la creatividad y una mente abierta a nuevos estímulos. Ellos también son creadores de tendencias, pues muchas veces se enfrentan a proyectos en los que deben ceñirse a ciertas pautas que les obligan a crear nuevas fórmulas, todo con el objetivo de conseguir esa imagen deseada. Están en medio de la pirámide: beben de unos y de otros y al mismo tiempo generan información útil para todos.
Periodistas especializados y críticos de moda son el escalafón más alto de nuestra pirámide.
Figuras como Suzy Menkes observan muy de cerca el trabajo de los diseñadores y son quienes les encumbran a la cima, o hacen caer a lo más bajo.
Editores de moda dictatoriales, como la homónima del Vogue americano Anna Wintour, son temidos por los profesionales de un sector que ha de estar continuamente ofreciendo novedades sin caer en repeticiones obvias ni atentar contra el buen gusto de las deidades del fashion business, que se mantienen inamovibles en sus puestos de poder, allá en las alturas de las grandes revistas de moda internacionales, subvencionadas por las grandes marcas de lujo que, a mi parecer, atentan muchas más veces contra el buen gusto que cualquiera de los diseñadores que han sido devorados con las críticas más punzantes vertidas por toda clase de Susy’s Menkes (nota aclaratoria: Susy Menkes es una de la críticas de moda más voraces, trabaja para el Herald Tribune). No en vano se ha inmortalizado la figura de Anna Wintour como una figura cruel y sin sentimientos en la archiconocida película basada en el libro del mismo nombre El diablo viste de Prada.
Existen otra suerte de profesionales del periodismo especializado en moda que disfrutan de su trabajo sin menospreciar el de los demás, ensalzando las virtudes y cualidades cuando las hay y criticando constructivamente la falta de talento o acierto cuando es necesario. Éstos son profesionales entregados a una pasión, la de la moda como reflejo de la sociedad, sin faltar a una cita, sin estudiar bien una colección, sin perder detalle de nuevos tejidos, formas y conceptos, como nuestra querida Mara Calabuig, con una reconocida trayectoria como periodista y conocedora del mundo del diseño, y que es ya una institución a nivel nacional.
Como vemos, la moda y su entorno están plagados de figuras que mueven los hilos de la industria desde la oscuridad más glamurosa, imponiéndonos tendencias a diestro y siniestro… Pero es muy difícil determinar si las tendencias salen de las pasarelas o de la calle… es más acertado decantarse por una tercera línea de pensamiento: las tendencias nacen en las pasarelas y en la calle. Se revisan, se reinterpretan, se renuevan, se desechan, se rescatan.
Hoy por hoy la tendencia, me atrevería a decir, es el reciclado de tendencias. Todo vale, pero con estilo y personalidad, y sobretodo, hay que saberlo llevar, un@ ha de ser consciente de lo que puede o no puede lucir. Descubre quién eres y cómo eres y sé fiel a ti mism@. Así acertarás siempre.
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